lunes, 17 de agosto de 2015

Bienal Nacional de Bahia Blanca - mi proyecto sobre el film "La Historia Sin Fin" "The Neverending Story"






¿Por qué la Historia sin Fin?
Teniendo en cuenta que mi proyecto en la Bienal de Bahía Blanca sólo refiere a la película - y no al libro, que es en sí mismo muy poderoso- la propuesta fue armar un catálogo ficcional de personajes secundarios. Se trata aquellos personajes de los que no sabemos nada más que los escasos minutos en que aparecían en escena dentro de la majestuosa Torre de Marfil, el único marfil que NO requirió para ser extraído la muerte de un paquidermo, animal que resulta más hermoso en vida.
La película misma sumerge al protagonista -y a los espectadores- en un lugar donde se nos atrapa con un repertorio imaginario plagado de seres fabulosos, un sitio llamado Fantasía, hábitat de la imaginación, donde se vuelve evidente –y cada vez más profundo- el vínculo con la infancia.
Se trata, asimismo, de una película que fue (y de algún modo es) un emblema para toda una generación (esa que creció a caballo entre las décadas de los ochenta y los noventa). Además, en particular, guió mi infancia y contribuyó especialmente a consolidar mi imaginario ideal tanto como el de cualquier niño/a fascinado/a con la ciencia ficción, los dibujos animados de la época, los juguetes, las figuritas, los video juegos y todo cuanto podía nutrir la imaginación. Imaginación que, obviamente, trataba de valerse de todas estas manifestaciones para poder hablar de sí misma, construyendo y consolidando su mundo interno. 
La Historia sin fin, y aquí me refiero tanto al libro como al film, se comprende y se contiene a sí misma. Es decir, es una narración desarrollada y contada dentro de su propia estructura y, por lo tanto, contiene nociones de lo que ocurre a cada momento, al igual que alguien que va armando su propio universo. 
Dentro de este universo el concepto de “la Nada” es, particularmente, único y abrumador. Se trata de un viento arrasador que lleva a cualquiera que alcance a un olvido perpetuo. Y encarna el descreimiento y la pérdida de los sueños, el imaginario y la creación de los humanos que se manifiestan meteorológicamente en un mundo que nosotros mismos construimos a lo largo de nuestra historia y contra el que -en algún momento- atentamos.