Lunes 18 de junio a las 19h, se inaugura Ocampas Unidos en la galeria Cecilia Caballero con la curaduria de Patricia Rizzo
En las manadas
representadas por Ricci ningún miembro acecha a otro. Seres variopintos,
algunos con el delineado preciosista de una enciclopedia y otros con rasgos
deliberados y fantasiosos se mueven amistosamente tanto en solitario como en
conjunto, contrariando con gracia su condición salvaje.
Entre estos seres mayormente gregarios no hay rangos ni órdenes de
jerarquía alguna. A excepción de tamaños y especies, no hay entre ellos
diferencias, ni componentes minoritarios o desiguales. Aquella bestia de enorme
cuerpo, el mediano y aun el más pequeño, todos, tienen su lugar en cada uno de
los conjuntos y portan en ellos un mismo linaje. Nadie es vigía ni alfa, o
todos lo son. Una bella ilusión de acuerdos tácitos y mutuos parece
gobernarlos. Sin perder la noción de grupo, van también erigiendo sus
individualidades; no hay noción de autoridad ni caos, prevalece el espíritu de
cooperación: tal vez necesidad poética de manada. El artista los piensa como sociedades
animales de especies diferentes y comportamientos antagónicos regidas por una
armonía fraterna e ideal en cuyos sistemas de organización todo coordina y a la
vez, ninguno de los individuos pierde el esplendor de su unicidad.
Tal como se los conoce,
la existencia de grupos de animales cooperando obedece a la supremacía obtenida
en la defensa frente a otros depredadores, por más facilidad en la búsqueda de
alimentos y por las ventajas de la caza en grupo. Se desconocen sin embargo muchos
aspectos de las conductas de manada, entre ellos los disparadores de
comportamientos de decisión en conjunto, como en el caso de ciervos o búfalos. La
fascinación de Ricci por investigarlos, sus morfologías, el punto de vista de
sus diseños naturales, las bifurcaciones que han tenido a través del tiempo las
representaciones que ha hecho el humano para perpetuar las distintas especies -desde
la pintura rupestre hasta nuestros días; el animé, la ilustración científica,
etcétera- y el vínculo personal y cercano que ha podido tener con ellos desde
su niñez, que refieren a episodios continuos a través de los años, son las motivaciones
que han atravesado su producción. Al recorrido imaginario de la recreación en sus formas estilísticas más variadas, lo ha llamado Ocampa; una construcción que arrastra
desde sus intereses iniciáticos, cuando encontraba deleite en los manuales de
zoología. El imaginario persiste en sus obras actuales, ya que han sido desde
siempre ellos, su inspiración. Los simpáticos seres que exhibe, tanto en dibujos
como en instalaciones y pinturas e inclusive objetos, oscilan en su aspecto entre
la representación más naturalista hasta la visión que bordea lo mitológico.
Todos, solitarios y manadas confluyen en su forma ideal y observan un
comportamiento utópico coordinado con el entorno. Un enfoque artístico y a
medias consciente de llamado a reflexión hacia los seres más depredadores que
habitaron y habitan la tierra; los humanos.
Sustituir el punto de vista antropocéntrico es acaso el mensaje del inusual,
desconcertante y atractivo reino animal que Ricci presenta: un épico llamado de
regreso a lo salvaje y un esperanzado énfasis fraternal desde el arte a los
vínculos posibles que pudieran construirse con las llamadas bestias.
Oricalcum (ubicación de Ocampa)
Djinn alce de Ocampa
Subsuelo de la muestra
Vitrinas subterraneas -Dioramas de Ocampa
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